Dícese
que en la antigua villa mora del pueblo noble de Setenil de las
Bodegas, existía una flor andalusí, de ojos esmeralda, de piel
canela, de pelo azabache, delicada niña, que se hallaba caminando
por las estancias del impetuoso torreón; con la sola compañía de
la curiosidad, que la llevó a descubrir un pasillo oculto, lo siguió
sin reparo ninguno, fue guiándose entre las rocas magnas, por las
entrañas de la fortificación árabe, hasta encontrarse en el río
Guadalporcún.
La
joven, una persona discreta, silenciosa debido a su prudencia, cada
vez que deseaba la única compañía de la luz de la luna y el espejo
del río, bajaba entre los intrincados pasadizos.
Al
tiempo que ella se hacía mujer, la guerra entre castellanos y árabes
también. Hasta que su padre por prudencia quiso mandarla a la ciudad
de Granada, la chiquilla valiente decidió convencer a su padre y
quedarse junto a él y si era menester esperar a la muerte junto a
él.
Los
castellanos ganaban batallas, y unos de los pocos bastiones
árabes que quedaban en la península era Setenil, que antiguamente
recibía otro nombre ya olvidado. Una potencia emergente, contra un
pueblo impotente, los castellanos más armados, más numerosos y con
provisiones, acorralaron en la villa a los árabes.
Lo
intentaron, pero extrañamente no lo consiguieron, una y otra vez,
hasta que un familiar de los reyes católicos, que por tal hecho que
me apresuro a relatar quedó repudiado, fue digno a conquistar la
villa, lo intentaban sin desistir, dejándoles sin abastecimiento,
envenenando sus aguas, pero la joven princesa escapaba del horror por
su pasadizo, que por placer del destino todavía no habían
descubierto.
a
mismísima reina católica se empeñó en conseguir conquistar
Setenil, el día que entraron en la villa, ya casi destruida, empezó
la leyenda.
La
hermosa princesa escapó por el pasadizo, sola y cuando encontró el
río se halló ante la presencia de un soldado castellano que se
hallaba herido. El joven miró sus profundos ojos, y una furia
enfermiza, hizo que en un arrebato la agarrase fuertemente y se la
llevase en su caballo malherido.
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