domingo, 22 de abril de 2012

leyendadesetenil


  Dícese que en la antigua villa mora del pueblo noble de Setenil de las Bodegas, existía una flor andalusí, de ojos esmeralda, de piel canela, de pelo azabache, delicada niña, que se hallaba caminando por las estancias del impetuoso torreón; con la sola compañía de la curiosidad, que la llevó a descubrir un pasillo oculto, lo siguió sin reparo ninguno, fue guiándose entre las rocas magnas, por las entrañas de la fortificación árabe, hasta encontrarse en el río Guadalporcún.
     La joven, una persona discreta, silenciosa debido a su prudencia, cada vez que deseaba la única compañía de la luz de la luna y el espejo del río, bajaba entre los intrincados pasadizos.
     Al tiempo que ella se hacía mujer, la guerra entre castellanos y árabes también. Hasta que su padre por prudencia quiso mandarla a la ciudad de Granada, la chiquilla valiente decidió convencer a su padre y quedarse junto a él y si era menester esperar a la muerte junto a él.
     Los castellanos ganaban batallas, y  unos de los pocos bastiones árabes que quedaban en la península era Setenil, que antiguamente recibía otro nombre ya olvidado. Una potencia emergente, contra un pueblo impotente, los castellanos más armados, más numerosos y con provisiones, acorralaron en la villa a los árabes.
     Lo intentaron, pero extrañamente no lo consiguieron, una y otra vez, hasta que un familiar de los reyes católicos, que por tal hecho que me apresuro a relatar quedó repudiado, fue digno a conquistar la villa, lo intentaban sin desistir, dejándoles sin abastecimiento, envenenando sus aguas, pero la joven princesa escapaba del horror por su pasadizo, que por placer del destino todavía no habían descubierto.
    a mismísima reina católica se empeñó en conseguir conquistar Setenil, el día que entraron en la villa, ya casi destruida, empezó la leyenda.
     La hermosa princesa escapó por el pasadizo, sola y cuando encontró el río se halló ante la presencia de un soldado castellano que se hallaba herido. El joven miró sus profundos ojos, y una furia enfermiza, hizo que en un arrebato la agarrase fuertemente y se la llevase en su caballo malherido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario